Ha Long significa «dragón descendiende», nombre que procede de una leyenda local. El Emperador de Jade ordenó a un dragón celestial y su prole que frenasen una invasión proveniente del mar. Los ingeniosos animales escupieron trozos de jade que se convirtieron en islas maravillosas y farallones cársticos, y de ese modo lograron hundir los navíos enemigos.
Por Óscar San Martín Molina
Probablemente la Bahía de Halong es el paisaje más fascinante de este páis asiático. Las espectaculares formaciones rocosas que sobresalen en el mar y las numerosas grutas han creado un mundo encantado que permanece ajeno al paso del tiempo. Hace unos años, la UNESCO declaró esta bahía Patrimonio de la Humanidad.

En la zona norte de Vietnam, fluye un universo onírico de paisajes de paz infinita, que en vietnamita se conoce como la bahía de los dragones, que descendieron en honor a la leyenda que reza que mucho tiempo atrás, cuando sus habitantes luchaban contra los invasores chinos, los dioses enviaron en su ayuda a una familia de dragones, que, para frenar al enemigo, en lugar de escupir fuego lanzaron por su boca joyas y jade, que se convirtieron en el laberinto de islitas que, ya al margen de la fábula, en tantas ocasiones reales sirvieron para dificultar el paso a todo invasor.
La Bahía de Halong, presidida por cerca de 2.000 islas de piedra caliza tapizadas de vegetación que reposan plácidamente sobre las aguas del golfo de Tonkin entre un dédalo de canales, alberga grutas, aldeítas flotantes de pescadores, calas maravillosas y, sobre todo, un hechizo irreal que enamora en cuanto su perfección comienza a asomar a bordo del barco que navega por ellas entre las brumas del amanecer.

Su tesoro
Muchas de sus islas portan nombres curiosos, y pocas están habitadas, sólo por iguanas, monos, antílopes y una barbaridad de aves, que moran en la superficie de este universo insular.
Bajo sus aguas abundan más de doscientas especies de peces y más de cuatrocientas de moluscos.
Algunos se conforman con recalar entre sus islas en excursiones de un día, pero los más acertados se embarcan durante varios, e incluso durante una semana completa, cuando están muy necesitados de paz y tiene el alma dispuesta a absorber la generosa dosis de emocionada belleza que destilan sus paisajes.

Fue en el siglo XIX cuando los primeros turistas franceses descubrieron estas maravillas, e incluso en su cueva más famosa pueden verse los grafittis de aquellos primeros y no muy respetuosos viajeros. Pero esto no le ha restado un ápice de de embrujo.
Vietnam, que hace poco más de una década comenzó a sonar como uno de los países más intactos de sureste asiático, recibe ciertamente muchos más visitantes que antaño, pero aun con todo ni siquiera en ésta, su esquina más solicitada, se sabe aún de aglomeraciones como las que conocen los grandes destinos turísticos del planeta, entre los que la bahía de Halong se merece figurar.