Actividades al aire libre, rutas mágicas y propuestas para descubrir la naturaleza convierten a Canillo en el paraíso ideal para disfrutar Andorra con niños
Situada en pleno corazón del Pirineo andorrano, la parroquia de Canillo se posiciona como el refugio ideal para quienes desean viajar en familia sin renunciar a la emoción, el aprendizaje y el contacto directo con la naturaleza. Con propuestas activas, educativas y llenas de encanto, es un destino que combina la diversión con el descubrimiento.
Palacio de Hielo: diversión sin límites, haga el tiempo que haga
Uno de los grandes emblemas de Canillo es el Palacio de Hielo, un centro multiactividad abierto todo el año que garantiza entretenimiento sin depender del clima. Cuenta con una pista de patinaje sobre hielo de medidas olímpicas operativa durante todo el año, además de una zona acuática, ¡Splash!, con tres toboganes con recorrido de 57 metros cada uno y piscinas infantiles que lo convierten en el lugar favorito de los más pequeños. Para completar la experiencia, el rocódromo indoor permite iniciarse en la escalada en un entorno seguro y adaptado a todas las edades. Todo en un mismo espacio, diseñado para que padres e hijos compartan deporte, juego y adrenalina.
Aventura y vértigo a lo grande
Para quienes buscan emociones en altura, Canillo alberga dos grandes iconos del turismo activo en Andorra. El puente tibetano de Canillo, con 603 metros de longitud y suspendido a más de 1.500 metros de altitud, es uno de los más largos de Europa y permite disfrutar de unas vistas espectaculares del valle en una experiencia apta para valientes.
A escasos minutos, el Mirador del Roc del Quer ofrece una plataforma panorámica suspendida sobre el vacío, con una escultura que simula a un pensador sobre el abismo. Ideal para contemplar el paisaje pirenaico desde las alturas.
Los Tamarros: una ruta mágica con premio final
Según la mitología pirenaica, los tamarros son seres legendarios, protectores de la naturaleza, que habitan los bosques del Pallars, la Ariège y Andorra. En total, hay siete tamarros, uno por cada parroquia del país, y cada uno tiene su nombre y forma: Enko (Encamp), Lau (Sant Julià de Lòria), Nilo (Canillo), Dino (Ordino), Caldes (Escaldes-Engordany), Massa (La Massana) y Andy (Andorra la Vella).
En Canillo, el tamarro Nilo custodia el acceso a nuevas aventuras. Para comenzar la búsqueda, las familias pueden recoger un cuaderno de pistas en cualquier oficina de turismo. Al localizar a los siete, los pequeños reciben un regalito simbólico como recompensa.
Museo de la Moto: un paseo por la historia sobre ruedas
Canillo también ofrece una exposición sorprendente: el Museo de la Moto, un espacio que fascina tanto a aficionados del motor como a visitantes curiosos. Con una colección de más de cien motocicletas, desde modelos antiguos hasta piezas míticas de competición, el museo invita a un viaje en el tiempo a través de la evolución tecnológica y estética de este icónico medio de transporte. Una parada breve, educativa y diferente, que añade valor cultural a la escapada familiar.
Macarulla: un paseo encantado entre setas gigantes
Quienes deseen conectar con la naturaleza desde el juego tienen una cita con la ruta Macarulla en el bosque de las setas. Este itinerario circular de 3,7 km, sencillo y casi sin desnivel, parte del Coll d’Ordino y está lleno de sorpresas: setas de madera a tamaño gigante, juegos escondidos y propuestas que despiertan la imaginación. Una experiencia sensorial para caminar sin prisas y con los cinco sentidos.
Senderos tranquilos para grandes descubrimientos
Además, Canillo invita a descubrir su entorno natural con rutas familiares accesibles y llenas de encanto. El Camí del Gall de Bosc, de unos 6 km y dificultad media-baja, recorre frondosos bosques entre Soldeu y Canillo, con tramos llanos, pasarelas de madera y puntos panorámicos ideales para descansar, lo que lo convierte en una opción muy recomendable para familias con niños acostumbrados a caminar. Por su parte, el Camí del Toll Bullidor es un paseo corto de unos 1,5 km (ida y vuelta) con escaleras y pasarelas que conducen a una mágica cascada escondida. Su acceso fácil y la corta duración lo hacen perfecto para familias con niños pequeños o como cierre relajado del fin de semana.
Andorra en estado puro, sin prisas, sin filtros y con la emoción de compartir cada paso en familia.