Siempre es así. Esta ciudad es coqueta como pocas, y nuevamente en estas fechas es diferente. Cualquier plaza, calle, rincón nos esperan para disfrutarla entre luces y copos de nieve…
Ya no quedan hojas, los árboles muestran su más extrema desnudez y del efímero otoño quedan muy pocos restos, han sido sustituidas por los primeros copos del invierno. Ahora Praga huele diferente, el letargo del “General Invierno” ya no importa aquí, todo se torna en alegría y sonrisas, tiñendo cada rincón de la ciudad en un mosaico de luces, sonidos y olores… ¡ La Navidad ha llegado a Praga!
Y la bella Praga, se engalana, se vuelve más coqueta y nos atrapa. Entonces son los instantes en los que las luces de estas fechas se reflejan en las fachadas de las casas y el pavimento de la parte vieja de la ciudad, creando un ambiente que bien podría estar inspirado en los más hermosos cuentos navideños.
Es ahora el momento de conocer la cara navideña de la ciudad. Cualquier calle nos avisa de que estamos en ella, de que Praga nos ofrece lo mejor de sí y un momento especial la invade.
De las montañas de Krkonose
No resulta difícil saber cuando es el momento en el que la Navidad se instala en la capital de la República Checa. Su gigantesco árbol de Navidad (traído de las montañas de Krkonose, al norte del país) erigido en la Plaza del Casco Antiguo, envuelto en más de 100.000 luces, nos avisa de que ha llegado la hora de disfrutar de estas fechas, dando luz verde a los mercados navideños que año tras año infunden alegría, vida, esperanza y magia a la ciudad.
Ese halo mágico, ese hechizo nos hace descubrir la otra Praga, la Praga del “sabor navideño”, recorriendo el mercado navideño de Staromestske, en la Plaza de la ciudad Vieja; el mercado navideño de la Plaza de Wenceslao, con sus más de setenta pequeñas cabañas artesanales de madera; y los más pequeños mercadillos navideños de Namesti Republiky, Trziste Havelske y Namesti Miru.
Todos ellos fácilmente reconocibles por sus por sus elementos típicos de Navidad, tales como juguetes de madera, cristal de Bohemia, joyería hecha a mano, velas aromáticas, tazas de cerámica, sombreros, bufandas, títeres tradicionales y adornos para los árboles de Navidad.
Parek v rohliku, trdlo y svavrene
Pero estos mercados no sólo hay que visitarlos por las compras. También se pueden degustar los alimentos tradicionales que se están cocinando, sobre todo sus sabrosos y dulces pasteles.
Y cuando el hambre apriete, podremos combatirlo con parek v rohliku, una especie de perrito caliente a la checa; y si queremos probar algo más navideño, trdlo es la opción ideal (unas pastas en forma cilíndrica dulces y especiadas). Aunque si lo que tenemos aparte de hambre es frío, lo mejor es el vino svavrene, típico vino caliente con especias, y el archiconocido grog, un ponche delicioso a base de ron que nos quitará el frío bien rápido. ¡ Y las penas…!